1.Es el mantra del momento en algunos sectores del PP. «No hagamos nada y dejemos que gobiernen PSOE, Podemos, PNV y ERC. La desaceleración económica, las contradicciones internas y las presiones del separatismo harán que el gobierno se estrelle en menos de un año. El PSOE se verá obligado a convocar elecciones anticipadas y las perderá porque los ciudadanos habrán aprendido la lección«.
2. Hay tantos elementos incontrolables en esa frase mariana, tantos imponderables, tantos detalles que no dependen del PP en este análisis como en el que hizo Albert Rivera en abril de este año.
3. Este fue el análisis de Rivera: 1) Si Ciudadanos se niega a pactar con el PSOE, evitaremos la fuga de votantes a Vox y al PP. 2) El PSOE se verá obligado a pactar con Podemos y los nacionalistas. 3) El caos provocado por el gobierno de PSOE y Podemos será tal que habrá elecciones anticipadas en un año. 4) Esas elecciones me servirán para convertirme en el primer partido de la derecha por delante de un PP carcomido por Vox. 5) Cuando Vox empiece a ejercer de Vox en las instituciones, sus votantes menos radicalizados se irán a Ciudadanos, convertido en el voto útil de la derecha.
4. El problema del plan de Rivera fue el mismo que padece el plan actual del PP. Cuando falló una sola de las columnas, el edificio se vino abajo con estrépito.
5. La columna que falló en el edificio de Rivera fue Pedro Sánchez, que se negó a pactar con Podemos.
6. Es cierto que el propio cálculo de Sánchez fue erróneo y que las segundas elecciones no le dieron el resultado previsto, que era el de alcanzar los 140 diputados y erradicar del tablero político a Podemos y Ciudadanos, sus partidos limítrofes a izquierda y derecha.
7. Pero es que el plan de Sánchez sí se cumplió por lo que respecta a Ciudadanos, por desgracia para Rivera. Y el resultado fue el conocido: pérdida de 47 diputados de los 57 conseguidos en abril y dimisión del líder del partido naranja.
8. Es fácil acertar la quiniela el lunes, pero ahora es fácil ver que el error de Rivera fue pensar que el electorado de Ciudadanos es ideológico. Y el electorado de Ciudadanos no es ideológico: es pragmático.
9. Dicho de otra manera. El electorado de Ciudadanos no abandonó al partido porque pactara o no pactara con el PSOE. El electorado de Ciudadanos ve al partido como un instrumento para conseguir «cosas». Esas «cosas» son liberalismo y racionalismo.
10. Y si Ciudadanos falla, por las razones que sea, a la hora de reducir la presión impositiva, legalizar los vientres de alquiler, acabar con la okupación, disminuir la burocracia y potenciar la actividad económica, frenar la delincuencia, ordenar la inmigración ilegal, dar la batalla cultural frente a las mentiras de la izquierda, arrinconar al separatismo o permitir que el país sea gobernado en base a criterios racionales y no ideológicos, ¿de qué sirve Ciudadanos?
11. El PSOE, Vox y Podemos son partidos ideológicos. Ciudadanos es un partido instrumental. El PP es un híbrido de ambos. Los partidos nacionalistas juegan con reglas propias porque su motor es el odio y su ambición, hacer el máximo daño posible al país llevándoselo crudo por el camino.
12. Y por eso las estrategias que quizá funcionen en el PSOE no funcionarán jamás en Ciudadanos. Y viceversa.
13. Pero volvamos a las fantasías descritas en el punto 1 de esta lista. No es sólo que sobrevalore la racionalidad de los votantes. O que esas fantasías sean frágiles y dependan de imponderables. Es que aún en el caso de que la especulación fuera acertada, permitir un gobierno de PSOE, Podemos, PNV y ERC es inmoral.
14. Llevar a cabo ese plan supone considerar a 46,6 millones de ciudadanos como víctimas colaterales «aceptables» de un plan que, te conduzca o no a Moncloa, dejará víctimas: familias en paro, empresas arruinadas, crispación, conflicto civil, pérdida de confianza en las instituciones.
15. Suponiendo que el plan funcione, la victoria sería pírrica para el PP. ¿Qué sentido tiene permitir al PSOE arrasar el país para gobernar luego sobre sus cenizas?
16. Si el PP cree que las puertas del populismo pueden abrirse y cerrarse a placer, que se vaya desengañando. El populismo es como los impuestos, sólo fluye en una dirección, hacia arriba, y una vez alcanzada determinada cota, jamás baja de ella.
17. Es más. Si aparenta disminuir en alguno de sus frentes, es porque se ha incrementado en mucha mayor medida en otro de ellos.
18. Un hipotético gobierno de PSOE, Podemos, PNV y ERC no tendrá una vida corta. El periodista Luca Costantini, que acaba de publicar el –muy recomendable– libro Aquí mando yo. Historia íntima de Podemos, decía el pasado miércoles que el error de la derecha es creer que la gestión decanta elecciones, cuando lo que las decanta en realidad es la propaganda.
19. ¿Recuerdan la frase de Donald Trump «podría disparar a gente en mitad de la Quinta Avenida y no perdería votantes»? Nuestro Donald Trump nacional es el PSOE. La crisis económica, la crisis territorial y los pactos con simpatizantes del terrorismo y la ultraderecha nacionalista apenas provocarán un leve sobresalto en el PSOE que será enmascarado de inmediato por el ejército de televisiones que hoy operan en manos del partido socialista y contra las que ninguna promesa de «buena gestión» hará la más mínima mella.
20. La derecha apenas cuenta hoy con tres o cuatro diarios y dos radios. Y que esos diarios y esas radios sean relativamente impermeables al relato socialdemócrata de la realidad no implica que sean parciales en favor de los partidos de la derecha.
21. Uno de los graves problemas propagandísticos de la derecha es que el periodismo de izquierdas es militantemente propagandista mientras que el de derechas apenas ha resultado ser escéptico de la izquierda, pero no prosélito de la derecha. El problema de la derecha, en fin, es que en España la deontología periodística va por barrios. Y a ella le ha tocado el barrio exquisito.
22. Deontología y gestión contra militancia y propaganda. ¿De verdad cree el PP que podrá ganarle esa batalla al PSOE?
23. Desengañémonos de las fantasías digitales de los tofulitarios californianos de Silicon Valley. Internet y las redes sociales no han moldeado una sociedad más informada, más racional y más democrática, sino más sectaria, más fanatizada y más polarizada. Una sociedad mucho menos informada, de hecho, por su incapacidad para jerarquizar una información que le llega a toneladas. Por su incapacidad para distinguir no ya lo cierto de lo falso, sino lo verosímil de lo tendencioso.
24. Y en ese panorama de caos informativo, de manipulación burda de la realidad, la televisión sigue siendo el medio dominante. El único que, a día de hoy, pone y quita presidentes.
25. Haría bien la derecha en empezar a aproximarse a la izquierda como lo que es, un fenómeno religioso, y no como lo que dice ser, una ideología. Un fenómeno religioso capaz de poner periódicamente al día su software con actualizaciones como el feminismo interseccional, las políticas de la identidad o el cambio climático. Todos los análisis que no entiendan esa dimensión espiritual de la izquierda están condenados al fracaso de antemano.
26. Si el PP permite, por activa y por pasiva, que Pedro Sánchez gobierne junto a Podemos, ERC y el PNV, que se prepare para vegetar en la oposición durante ocho años. Quizá doce.
27. Durante los próximos cuatro años, el debate en este país será la organización territorial del Estado. Pero durante los siguientes cuatro lo será la forma del Estado y la Corona. Durante los cuatro restantes, la propia existencia de partidos a la derecha del PSOE capaces de convertirse en alternativa de poder. Para la izquierda la democracia no es un fin, sino un medio para llegar a un punto en concreto, a esa sociedad ideal cuyas características están determinadas de antemano. Haría bien el PP en comprender esto lo más rápidamente posible y prepararse para esa batalla.
28. Dicen que allí donde llega el comunismo al poder no se vuelve a votar. Pero eso no ocurrirá en España. Al menos mientras exista una UE que actúe de freno para las tentaciones liberticidas de la izquierda. Pero lo que es obvio es que en España, con Podemos y los nacionalistas en el poder, no se volverá a votar «igual». Porque la soberanía se fragmentará. No legalmente, sino por la vía de los hechos consumados. Al tiempo.
29. Más a corto plazo, la táctica del «cuanto mejor peor» ni siquiera beneficiará al PP, sino a Vox. Porque la crispación, la degeneración de la convivencia y el terremoto económico que provocarán PSOE y Podemos no serán suficientes para hacer caer el Gobierno, pero sí para provocar un profundo malestar en el centro y la derecha que conducirá a muchos de sus votantes hacia la radicalidad. Y ahí Vox tiene todas las de ganar frente al PP. El «cuanto peor mejor» beneficiará a Santiago Abascal, no a Pablo Casado.
30. Si a un español no ya de 1978, sino de 2010, le hubiéramos dicho que en 2019 la investidura del presidente del Gobierno dependería del permiso de un presidiario nacionalista -o sea, de extrema derecha- condenado a trece años de cárcel por un golpe de Estado contra la democracia, nos habría llamado locos. Haría bien el PP en imaginar dónde podríamos estar en ocho años más y actuar en consecuencia. Inés Arrimadas ha señalado el camino. Sólo hay que seguirlo.