Viajamos por algunas de las más espectaculares atalayas de la provincia para contemplar casi a vista de pájaro la diversidad de esta tierra
Los miradores son algo más que una simple atalaya para tomar una bonita fotografía. Son auténticas ventanas a un determinado enclave. Regalos para nuestros ojos que permiten contemplar la magnitud y belleza de un espacio natural. En la provincia de Salamanca podemos presumir de contar con algunos magníficos miradores en los que asomarnos a la diversidad de esta tierra. Las Arribes del Duero se llevan la palma, con una red de atalayas privilegiadas que nos regalan imágenes inolvidables del cañón que separa a España y Portugal. Pero hay muchos más en otros puntos como las sierras de Francia y Béjar, Las Batuecas o la Sierra de la Quilama. Acompañarnos en este viaje por las alturas de la provincia de Salamanca.
Mirador del Fraile (Aldeadávila de la Ribera)
Para muchos es el mejor mirador de las Arribes del Duero. Un balcón al que se llega cómodamente en coche y que se asoma a la grandeza del cañón del Duero y a la presa de Aldeadávila. En este enclave, los cortados alcanzan los 400 metros de altura. Un prodigio de la naturaleza que enamora a todo aquel que lo contempla. El nombre de este mirador viene porque en esta zona era habitual ver a los franciscanos del convento de La Verde camino de su huerta para surtirse de verduras y hortalizas.
Mirador del Picón del Moro (Saucelle)
Es el mirador más joven de las Arribes del Duero y el que ha conseguido hacer sombra el del Fraile. El Picón del Moro se encuentra junto a la carretera que desciende de Saucelle al salto del mismo nombre. Se trata de una plataforma que ofrece una vista de las Arribes totalmente diferente a la de Aldeadávila. Las laderas del río de desparraman dejando a ambos lados cultivos de vides y cítricos. Justo enfrente tenemos el homólogo portugués del Picón del Moro, se trata del majestuoso mirador de Penedo Durao.
Mirador de La Code (Mieza)
Viajamos a Mieza para asomarnos a una atalaya que cuelga “sobre la sima del lecho”, como escribió Unamuno. Se trata de la Code, un lugar que también es de culto ya que cada 20 de agosto los vecinos de Mieza honran allí a su Virgen. Especialmente atractivas son las vistas al atardecer, cuando la caída del sol deja una iluminación casi mística sobre el cañón del Duero.
Mirador del Fraile y la Monja (Saldeana)
Ponemos el colofón a los miradores del parque natural de las Arribes del Duero en uno de sus afluentes, el Huebra. Este río también forma sus particulares arribes y el mejor lugar para divisarlas es el mirador del Fraile y la Monja de Saldeana. Se encuentra dentro de la ruta de las Arribes del Águeda y el Castro de Saldeana. En él nos extasiaremos ante una mole rocosa erosionada con el paso del tiempo y donde es habitual ver a buitres leonados.
Mirador de El Portillo (La Alberca)
Antes de lanzarnos de lleno a la zigzagueante carretera que desciende desde La Alberca al valle de Las Batuecas es obligado detenernos en este accesible mirador. A 1.240 metros de altitud, el mirador de El Portillo nos permite divisar la belleza hechizante de Las Batuecas y al fondo Las Hurdes cacereñas. Desde este punto parte además el sendero que se adentra en el valle para alcanzar el Monasterio del Santo Desierto de San José.
Mirador de San José (Las Batuecas)
Junto al muro lateral del monasterio de Las Batuecas parte un sendero que llega al mirador de San José. Está señalizado y tan solo hay que pasar por un puente de piedra que cruza el arroyo Cárabo en su desembocadura en el río Batuecas y comenzar a ascender sin pérdida alguna. El mirador ofrece una privilegiada vista del complejo monástico y de gran parte del valle.
Mirador del Paso de los Lobos (Peña de Francia)
Antes de afrontar la subida final a la Peña de Francia, nos encontramos con este mirador que nos ofrece una privilegiada vista de la vertiente occidental de la Sierra de Francia con el valle que forma el río Agadón. Una magnífica atalaya que anticipa las panorámicas que nos va a brindar la Peña desde sus diferentes miradores.
Mirador de la Era de Valero
El sendero que asciende desde Valero a San Miguel y conocido como Camino de los Trasiegos nos regala en sus primeros metros una estampa inolvidable de la primera localidad. Las casas del pueblo se apiñan en el fondo del valle abrigadas por las cumbres verdes de la Sierra de la Quilama. Una vista casi magnética que se obtiene desde una peculiar era construida con losas de cantería en las que el grano se separaba de la paja.
Pico Cervero (Navarredonda de la Rinconada)
El Pico Cervero es una de las cumbres favoritas de los amantes del senderismo y la bicicleta de montaña, especialmente si se corona desde el frondoso bosque de la Honfría en Linares. El Cervero es el techo de la Sierra de la Quilama con sus 1.465 metros. Su estratégico emplazamiento, a modo de escalón previo en el camino hacia la Sierra de Francia para quien llega desde las llanuras del Campo Charro, abre espectaculares vistas en todas direcciones que pueden disfrutarse más intensamente en estos días invernales de frío, sol y cielo raso.
Balcón de Extremadura (El Cerro)
En la zona recreativa Dehesa de Arriba de la localidad de El Cerro se encuentra uno de los miradores más espectaculares y desconocidos de la provincia de Salamanca. Se trata del Balcón de Extremadura, una atalaya en la que divisar el cacereño Valle del Ambroz y el embalse de Baños de Montemayor.
Mirador del Ventorro de Pelayo (Béjar)
Son varios los miradores con los que cuenta Béjar, pero por accesible destacamos el del Ventorro de Pelayo, ubicado al pie de la carretera SA-220. Quizás es la atalaya que ofrece una vista más completa de la ciudad textil y de su sierra al fondo. Especialmente en invierno con las cumbres nevadas, la imagen es espectacular. Nada desdeñable es asomarse a este mirador en otoño, cuando los castaños de la zona de El Castañar presentan unos colores muy fotogénicos.
Fuente: La Gaceta de Salamanca
https://www.lagacetadesalamanca.es/viajes/los-mejores-miradores-de-salamanca-NE4475593