Cuando los mercados cerraron el pasado viernes 21 de febrero no se imaginaban la tormenta que iba a desatarse el lunes siguiente, 24 de ese mismo mes, por un entonces desconocido coronavirus que hoy campa a sus anchas por buena parte del mundo. En estas cuatro semanas, las bolsas han sucumbido a una sucesión de desplomes y récords negativos que sólo en estos últimos días, tras la reacción en tromba de los gobiernos y los bancos centrales, han encontrado cierta tregua.
Sumar dos sesiones consecutivas con subidas en las plazas de todo el mundo se ha convertido en una extraña y reconfortante noticia. Ha ocurrido el jueves y el viernes de esta semana, lo cual ha ayudado a maquillar al balance del último mes. En este periodo, el Ibex 35 ha perdido un 39% de su capitalización, lo que traducido supone que las empresas que lo conforman valen hoy unos 200.000 millones menos. ¿Qué ha pasado entre una cifra y otra?
Incertidumbre, aversión al riesgo, amenaza de una nueva recesión… por sí solos, cada uno de estos factores ya asusta a los inversores, pero ahora se han conjugado a la vez, provocando una caída pocas veces vista con anterioridad. No tanto por la profundidad, que en eso sí hay precedentes, sino por la rapidez con la que se ha producido.
Se trata además de un periodo lleno de hitos en el que, además, los mercados han podido tomar nota de varias lecciones.
La primera y más evidente: los cisnes negros existen y la volatilidad puede aparecer en cualquier momento. El 24 de febrero fue el primer día de caídas en las bolsas por el coronavirus y la primera señal de alerta. Los descensos se acumularon jornada tras jornada y la Reserva Federal de EEUU fue la primera en dar un paso al frente. El 3 de marzo anunció por sorpresa una rebaja en los tipos de interés que nadie esperaba de ese momento.
El 12 de marzo, el Ibex 35 registró la mayor caída de su historia (-14,05%); tres días después, la Fed volvió a bajar las tasas de interés y dos días más tarde, es decir, el 17 de marzo, los gobiernos de varios países europeos, entre ellos España, anunciaron planes de contingencia millonarios para hacer frente a la parálisis económica.
Sumando sólo los primeros avales que Francia, Italia, Alemania y España han puesto sobre la mesa, la cantidad supera los 1,3 billones de euros. Es otra de las lecciones que está dejando esta intensa crisis: la política monetaria no basta y la política fiscal tiene que activarse.
Hablando de política monetaria, destaca también el papel del Banco Central Europeo. Está siendo la primera prueba de fuego para Christine Lagarde como presidenta de la institución y por ahora ha conseguido enderezar el desliz de la última reunión de la entidad. Sus palabras dispararon las primas de riesgo periféficas [otra lección: las primas de riesgo siguen ahí, no se fueron con Draghi] ante la tibieza del primer plan de acción presentado por el banco (120.000 millones). Ante las dudas que generó, el banco ha lanzado esta misma semana un segundo paquete de 750.000 millones que sí parece haber calmado los ánimos.
La moraleja en este caso es que el BCE está bordeando sus límites, pero aún guarda algún as en la manga para responder.
Su papel, junto con el del resto de bancos centrales, es tratar de evitar que lo que comenzó siendo una crisis sanitaria y se convirtió en una crisis de confianza, termine siendo una crisis de crédito real. Y para ello, debe garantizar la liquidez del sistema y el acceso al crédito, principalmente de las pymes. En eso están.
Por último, un breve repaso a los más y los menos perdedores en esta tormenta de los mercados. Las aerolíneas están siendo las más golpeadas por la fuga de los inversores. Alitalia ha sido nacionalizada, muchas han suspendido su actividad por completo y, en el caso de la bolsa española, IAG ha visto mermar su valor en 9.800 millones de euros, un 66% menos que el 21 de febrero. Por el lado contrario, empresas relacionadas con la tecnología, la farmacia y los supermercados están recabando notables subidas en los mercados de todo el mundo, gracias al papel clave que están jugando durante los periodos de confinamiento de las ciudades.
También ha sido un mes complicado para el petróleo. El 9 de marzo, los temores a una recesión económica y la guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia, dos de los principales productores del mundo, provocó la mayor caída del precio del crudo desde que en 1991 EEUU lanzó la Operación Tormenta del Desierto Pese al repunte de ayer, el barril de Brent -de referencia en Europa- ha perdido casi un 50% de su valor desde el 20 de marzo, cuando rozó los 60.
Fuente: https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2020/03/21/5e74ff3921efa0e8648b463b.html