En su discurso de agradecimiento por recibir el Premio Escuela de Salamanca otorgado por el Club de los Viernes de Salamanca, Federico Jiménez Losantos ha querido ofrecer a los asistentes —entre los que se encontraban el alcalde de la ciudad y la rectora de la Universidad Pontificia— una lección, que no clase, al estilo de cómo se hacían en la universidad helmática en aquel Siglo del Oro del pensamiento político, económico y moral español, es decir, leyendo al clásico y apostillándolo para actualizar sus ideas y hacerlas comprensibles al público de hoy. «Abordar la importancia de la libertad y la propiedad desde un punto de vista moral fue la gran aportación de la Escuela de Salamanca», como indicó Javier Jové, fundador del Club de los Viernes, durante la lectura de los méritos del galardonado. Y es esa reflexión, sobre todo moral, la que se ha podido escuchar este viernes en el Casino de Salamanca.
El Tratado de la moneda del vellón del padre Juan de Mariana es para Losantos el libro más importante de la Escuela de Salamanca, un libro dramático que escribe pasados los setenta años por el que sabe que se juega la vida, y la acaba perdiendo; un testamento intelectual. Lo comienza y termina con una vigorosa defensa de la libertad de expresión, escrita en latín pero traducida al español por el propio autor para asegurarse de que su mensaje llega correctamente, y recordando la obligación del intelectual de dar voz al pueblo. Un libro que le supuso el proceso y sentencia por parte del duque de Lerma.
La propiedad, por encima del Gobierno
Para el padre Mariana, «la propiedad es una legitimidad superior a cualquier autoridad», lo cual, aún hoy, es una idea revolucionaria, resumiendo siglo y medio de pensamiento sobre el derecho natural a la propiedad. En tiempos de Felipe III, recuerda que»el Rey está sujeto al mismo Derecho que los ciudadanos» y que las cosas «no son del Rey, sino de la gente». Una vez asentado este principio, pasa a recordar que, por tanto, el monarca no puede imponer tributo alguno sin consentimiento del pueblo a través de las Cortes.
Mariana, sin embargo, no se queda ahí, sino que extiende este principio a otras actuaciones de gobierno que estima equivalentes. Para él, «todo monopolio es un tributo». También, y esto será el núcleo de su libro, es la alteración del valor de la moneda una forma de imponer un tributo sin consentimiento y recuerda que el papa excomulgó a Jaime I el conquistador por bajar el valor de la moneda. Mariana considera que «no se puede cambiar el valor real de la cosa por el valor legal» porque «tú puedes abaratar la moneda, que todo lo demás subirá de precio».
Este discurso lo leyeron todos los comerciantes y banqueros de España, puesto que Mariana era el intelectual más famoso de su tiempo, poniéndolos contra el duque de Lerma, el poderoso valido de Felipe III. Y en él no sólo protestaba contra la alteración de la moneda del vellón, sino que advertía que se preparaba para hacer lo mismo con la de plata, que estaba ejerciendo de freno a las peores consecuencias de la devaluación, añadiendo más cobre a la mezcla.
La reacción del Poder contra Juan de Mariana
Como la devaluación de la moneda era consecuencia de las necesidades de dinero del Rey, el padre Juan de Mariana también propone cómo se puede recortar el gasto para que no sea necesaria la inflación, ni la imposición de nuevos tributos. Concluye que «no hay control del gasto, y eso es lo primero que hay que establecer». Propone reducir las «mercedes del Rey» porque la fidelidad se mantiene con la esperanza, no con el intento de compra de voluntades. Y por último aconseja «acabar con la corrupción de jueces y otras autoridades. Así, propone una especie de inspección fiscal pero sólo a ministros y favoritos del Rey», de modo que se sepa de dónde han sacado el dinero que ha ganado durante su servicio al monarca. Pero si hay que recaudar más, «prefiere los impuestos indirectos al lujo que la devaluación de la moneda». Pone como ejemplo de buen gestor a Fernando el Católico. «Un caso único: un tacaño que era además ludópata»
¿Qué hizo el poder cuando se publicó este librito, oculto entre siete tratados? «Le encerró, le prohibió un año leer y escribir y aunque le perdonó la vida, la compañía de Jesús le asignó durante los años que le quedaron el comentario de textos sagrados, a poder ser en armado». Este proceso pone fin a la libertad con que pudieron explicarse los escolásticos durante ese siglo de oro del pensamiento español. «Siglos después era venerado por Adams, por Jefferson, por Hamilton; todos los padres fundadores de EEUU tenían los libros de Juan de Mariana por lo que decía del control del poder», explicó Federico sobre su influencia internacional. «En Francia quemaron un libro suyo, el más famoso, pero que no vale la mitad que este, Del rey y la institución real, porque decían que incitaba al regicidio», una doctrina que no era invención suya y que viene de Alberto Magno y santo Tomás de Aquino; pero como lo citó Cromwell parece el regicidio fue idea suya», concluye Jiménez Losantos.
Tuvo que esperar Juan de Mariana para ser reivindicado en su tierra. Como recordaba Alberto Estella, presidente del Casino, en su presentación, que «en los años 50, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, no se hablaba de la escuela de Salamanca». Sería reivindicado más tarde, a partir del trabajo de Marjorie Grace-Hutchison, discípula de Freidrich Hayek.
«¿Qué llevo a Mariana, hijo ilegítimo, sin familia, sin nadie, a arriesgar la tranquilidad de sus últimos años? El amor por su patria«, concluye Federico Jiménez Losantos. «Por eso he querido aprovechar esta ocasión para rendirle homenaje».