Los guías reconocen que han perdido su «mejor época del año» y esperan que en julio puedan volver a trabajar, aunque sea a un ritmo menor

Cuando se piensa en las consecuencias del coronavirus en el turismo, la mayoría calcula el impacto en la hostelería, en los alojamientos hoteleros, el transporte o las agencias de viajes. Sin embargo, hay otro colectivo afectado de manera directa en la ciudad, el de los guías turísticos, que de la noche a la mañana se han quedado sin su medio de subsistencia. Antonio Rojo es uno de los que desde mediados de marzo no ha atendido a grupos de viajeros ansiosos por conocer los secretos de Salamanca. Su esperanza, al igual que la treintena de compañeros que trabajan en la capital salmantina, reside en que a partir de julio puedan volver a trabajar, aunque sea a un ritmo menor.

«A partir de marzo empezaban a llegar los grupos de turistas grandes, los nacionales y sobre todo los extranjeros. Abril, mayo y junio son los meses de mayor ajetreo, junto con los de septiembre y octubre. Con la pandemia hemos perdido nuestra mejor época», reconoce Antonio. La ausencia de ingresos le ha llevado a él, al igual que al resto de compañeros, a acogerse a la prestación extraordinaria por cese de actividad. Eso sí, la aprobación de sus expedientes no estuvo segura hasta que la Junta cursó un oficio para que se aceptara la petición de los guías, ya que están incluidos en un epígrafe poco específico, el de actividades culturales.

La última vez que trabajó Antonio fue el pasado 11 de marzo, con un grupo de viajeros de Singapur. Ya entonces, los efectos de la pandemia se notaban. «No son unos turistas que suelan viajar con unas medidas de higiene extremas como japoneses o chinos. Pero de donde venían, ellos tenían el problema muy cerca entonces, y me sorprendió que hubiera varios de ellos que utilizaran mascarillas y redujeran al mínimo el contacto físico», explica.

Antonio reconoce que el futuro lo marca la incertidumbre. «Todos los grupos de extranjeros se han cancelado durante el verano. Cuando sea posible, supongo que los turistas que lleguen a la ciudad serán nacionales, por lo que el trabajo que haya consistirá en visitas a la carta o a través de contratación telefónica», indica. No obstante, advierte de que ellos son el último eslabón de la cadena, ya que necesitan que hoteles, agencias de viaje o el transporte vuelva a la normalidad antes para poder trabajar. «Si todo fuera bien, a lo mejor a mediados de julio podría volverse a la actividad, pero a un ritmo bajo», asegura.

Asume que este año será «duro», pero confía en que al menos a final de año o principios de 2021 se vuelva a una cierta normalidad. «Quizá entonces ya no haya grupos grandes de 50 o 60 personas y seguramente se establezcan más medidas de seguridad sanitaria. La ventaja para nosotros podría residir en que precisamente, las familias o amigos apuesten por visitas más personalizadas para no tener un excesivo contacto con otros turistas», considera Antonio.

Como muchos otros sectores, los guías también tienen peticiones para las administraciones públicas. Antonio recuerda que es esencial mantener la prestación por cese de actividad más allá del estado de alarma, porque su trabajo será mínimo. Al Ayuntamiento le reclaman una mayor colaboración para concertar visitas en la Oficina Municipal de Turismo y luchar contra la economía sumergida.

Fuente: https://www.lagacetadesalamanca.es/salamanca/el-desierto-salmantino-en-el-turismo-tras-la-pandemia-NC3235179