España levantó miles de promociones inmobiliarias en los 2000. Más de las que eran necesarias. Y eso, por cuestión de necesidad, provocó que más de 2,6 millones de personas encontraran un empleo en el ladrillo. Albañiles, encofradores, alicatadores, pintores… en 2008 entrar a una obra era sinónimo de éxito. Salarios superiores a 40.000 euros anuales, por un trabajo sacrificado, pero muy rentable económicamente para el nivel de cualificación que se exigía entonces. Ese mismo año la burbuja empezó a pincharse: aumentó el paro en grandes cantidades, la ocupación se desplomó y la población activa inició su caída sin frenos. Hoy, el panorama es tan distinto que España se ha quedado sin quien la construya.

La población activa, a cierre del tercer trimestre de 2019, se quedó en 1,4 millones; la de ocupados, en 1,2 millones; y la de parados en 137.700. Cifras que se han venido manteniendo relativamente en los últimos cuatro años, aunque en los dos últimos se ha experimentado un ligero repunte. Lo cierto es que el valor añadido bruto de la construcción venía creciendo más del doble que la economía en su conjunto; desde 2012, en esta rama, hay 85.854 empresas más (solo superado por el sector de comercio al por mayor y al por menor); y en 2018 se concedieron 128.799 visados de obra, frente a las 58.776 licencias de 2014. Una muestra de que el sector no cesa de ir al alza… con la problemática de que las empresas no encuentran trabajadores, ni estos quieren dedicarse ya al ladrillo.

Ahora hay una enorme escasez de los oficios tradicionales en la construcción. «Cuesta mucho encontrar trabajadores porque la expectativa de salarios no es adecuada. Hace años los sueldos no eran los de mercado. Además, muchos de los que se quedaron en paro durante la crisis ya se han reconvertido laboralmente a otro sector y quedan pocos que quieran trabajar en esta rama a salarios más razonables que entonces», explica Valentín Bote, director de Randstad Research. A su juicio, los niveles de empleo que había en la primera década de los 2000 no eran sostenibles ya que se estaba fraguando una burbuja inmobiliaria difícil de sostener. «España estaba sobredimensionada en términos de actividad y empleo», añade. Salarios y cambio de sector no son los únicos problemas. Uno de los impedimentos que se encuentran las empresas es que no dan con trabajadores adaptados a las necesidades actuales de cualificación. «Cualquiera entraba a poner ladrillos como quien dice. Las viviendas construidas antes de la crisis no son precisamente de la mejor calidad», reseña Bote.

Javier Blasco, director del Adecco Group Institute, matiza que es la propia población la que no aspira a formarse. «La cosntrucción tiene un presupuesto bastante importante para formación, aproximadamente 60.000 millones de euros, y solo se consume el 63%. No existen suficientes personas con formación. En 2018, con titulación de Formación Profesional salieron 3.000 personas y certificado de profesionalidad otras 8.000. Son 11.000 personas en un colectivo mucho mayor. Hay oferta de sobra, falta gente, pero pocos acuden a la formación». Las políticas activas de empleo, en suma, están fallando.

Mala imagen

La reputación del ladrillo, tras una época de excesos, no es precisamente la mejor. Y ahora con todos los condicionantes mencionados vive una situación difícil. «Hay un problema de imagen, que no se da solo en España. La construcción no tiene buena imagen, y no es justo porque se está transformando y va a ser uno de los que necesite mayor tecnología. Es uno de los que tendrá que liderar el paradigma de la economía circular, con las emisiones de los edificios, lo cual requiere una nueva manera de construir», explica Enrique Corral, director general de la Fundación Laboral de la Construcción. Según las cifras de esta institución, las ofertas que publican las empresas en su portal de empleo han crecido el último año al ritmo del 20% interanual. Y desde Adecco señalan que la mayor parte del volumen de obras se concentra en la Comunidad de Madrid principalmente, seguida de la Comunidad Valenciana y Cataluña.

En este escenario, sin trabajadores, llega el drama. El sistema nacional no forma a los desempleados para dirigirles a la construcción, el atractivo del sector ha caído… con lo que surge la posibilidad de buscar fuera lo que no hay dentro. Es una fórmula que las empresas barajan y que ya utilizan en casos muy específicos, aunque de momento se resisten a tener que acudir al exterior. Los expertos consultados coinciden en que la solución pasa totalmente por recapacitar a los parados. «Con tres millones de desempleados, lo que surge de manera natural es que se plantee recualificar a esos trabajadores, actualizarles o darles conocimientos nuevos, porque hay un sector que les daría empleo», dice Bote.

A ello hay que añadir que el relevo generacional acecha. Ahora ni siquiera un 20% del total de ocupados tiene menos de 45 años. Por debajo de 25 años solo quedan 47.900 trabajadores, frente a los 295.400 de principios de 2008. Los mayores, que cuentan con experiencia y capacidades, se empiezan a jubilar cada vez más y no encuentran reemplazo. «Los más cualificados se han jubilado, y otros se han ido a otros sectores. No ha habido un reemplazo entre generaciones. Mientras tanto, se ha abandonado la formación de nuevos trabajadores. Es muy difícil con el sistema actual de Formación Profesional conseguir trabajadores porque no está cubriendo las necesidades», denuncia Corral.

También hay que añadir que en el gremio hay un buen número de personas que no encuentra empleo por falta de acreditación profesional. Ya no basta con tener conocimientos, sino con poder demostrarlo. «Muchos saben hacer lo que se requiere pero no tienen acreditaciones ni certificados. En España tenemos la «acreditación de competencias adquiridas por la experiencia», pero en la construcción lo tienen muy pocos», prosigue Corral.

Llegará el momento en que los jubilados tengan que dejar paso a nuevas generaciones que hoy día no existen. Hay empleo en el ladrillo, y el dinamismo del sector lo demuestra, pero la formación que ahora se exige escasea en todas partes del país. Unido, a su vez, a que el gremio cuenta con muy mala reputación, igual que la propia Formación Profesional.

Incluso, la población extranjera, tradicionalmente con menor cualificación que la local, ha decidido dejar de lado la construcción en España. En 2008, el 25,68% de los ocupados procedían de fuera; ahora apenas el 15,91%. Sin embargo, ese porcentaje sigue estando por encima del total de sectores (alrededor del 12%).

Muchos condicionantes para un sector que en esta época de desaceleración continúa teniendo oferta de empleo. Resiste, por sorprendente que parezca, al frenazo de la economía. El reto está en que la construcción no termine por morir de éxito con puestos de trabajo sin cubrir.

 

Fuente: https://www.abc.es/economia/abci-pais-sin-albaniles-espana-no-tiene-quien-construya-201912160222_noticia.html