España sufrió en 2018 el mayor número de defunciones desde 1941 con más de 427.000 muertes. El envejecimiento de la población acelerará esta tendencia en las próximas décadas provocando una pérdida natural de población que amenaza con ser dramática en algunas regiones. Será la tercera gran despoblación del cuadrante noroeste de España y, además, será la más dramática.
Primero fue el éxodo rural, que supuso la emigración de trabajadores precarios y después el éxodo urbano, de jóvenes con estudios pero sin renta. Pero esta tercera despoblación impactará directamente sobre la principal fuente de recursos de estas regiones: las pensiones. La muerte de los jubilados cortará el flujo de dinero hacia estos municipios, lo que será la sentencia de muerte para el consumo y, por extensión, para su economía.
En España hay ya 743 municipios que tienen más del 30% de su población por encima de 75 años. Eso significa que en los próximos años se dispararán sus tasas de mortalidad. Están a las puertas de su tercera gran despoblación. Estos municipios se concentran en el cuadrante noroeste de España, que va desde Soria hasta A Coruña, precisamente las regiones que en su momento se vaciaron de jóvenes y que ya solo pueden vaciarse de mayores.
En estos pueblos, las tasas de mortalidad se dispararán en los próximos años. Pero no es un fenómeno limitado a los pequeños municipios: antiguas ciudades, hoy venidas a menos, también se encuentran en una situación límite. Tineo o Valdés, en Asturias, tienen más del 18% de su población con 75 años o más y en Monforte de Lemos y Villalba, en Lugo, supera el 17%.
Las provincias del noroeste de España perderán más de 400.000 habitantes en los próximos 15 años según las proyecciones del INE
Las proyecciones de población del INE anticipan una fuerte despoblación en estas regiones durante los próximos 15 años. Los datos son contundentes en estas provincias. Zamora perderá el 16% de su población hasta 2033; León y Ávila, un 12% y Palencia un 10%. En total, las provincias del noroeste perderán más de 400.000 habitantes.
Este descenso de la población en estas regiones contrasta con el incremento esperado para el conjunto de España. El INE proyecta un aumento de la población del 5% en estos tres lustros, esto es, casi 2,5 millones más. Eso significa que en algunas zonas del país seguirá creciendo la población, principalmente el Mediterráneo y los alrededores de Madrid.
Aunque una parte de esta caída de población en la mitad norte y oeste de España seguirá provocada por el éxodo de jóvenes, la mayor parte será consecuencia de pérdida natural de población, esto es, habrá más muertes que nacimientos. La presión demográfica empuja en ambas direcciones cuando la pirámide poblacional está invertida. En primer lugar, una pirámide poblacional invertida hace que haya mucha población en las franjas de edad con mayores índices de mortalidad. En segundo, cada vez hay menos mujeres en edad fértil, lo que condena a sufrir tasas de natalidad reducidas incluso aunque en un futuro puedan aumentar los niveles de fertilidad (hijos por mujer).
El espejismo
Para estas regiones envejecidas, las pensiones son la principal fuente de renta y el pilar básico del consumo. Las regiones más envejecidas son también las más deficitarias, esto es, perciben de la Seguridad Social mucho más de lo que aportan, fruto de que anteriormente ya cotizaron. El resultado es una gran dependencia de las pensiones que generará un grave problema cuando empiecen a perderse por el aumento de la mortalidad.
El gráfico que demuestra que el norte de España vive de las pensiones
En Asturias, el caso más extremo como consecuencia del envejecimiento y las jubilaciones de los mineros, las pensiones contributivas suponen ya el 21% de su PIB (a lo que habría que añadir las no contributivas y las clases pasivas). Esto es, uno de cada cinco euros procede de las pensiones. Pero no es el único caso dramático: en León son más del 18% del PIB y en Lugo, Ourense y Zamora suponen ya más del 15%.
Tal nivel de dependencia supone la mayor amenaza económica para estas regiones de cara a las próximas décadas. Durante unos años habrá un cierto efecto espejismo, ya que aunque aumente la mortalidad, se compensarán con una entrada masiva de jubilados procedentes de la generación del ‘baby boom’. Esto hará que las transferencias hacia esos territorios en forma de pensiones no van a reducirse en el corto plazo. Sin embargo, irá aumentando la dependencia de las pensiones porque donde no hay reemplazo para las defunciones es por la parte de abajo de la pirámide poblacional: niños y jóvenes.
La consecuencia es que durante unos años el peso de las pensiones sobre el PIB se disparará en estos territorios más envejecidos. A pesar de ello, el efecto neto sobre la renta total será negativo, primero porque las pensiones son inferiores a los salarios y porque no existe reemplazo para todas las defunciones. La correlación entre crecimiento económico y población ha sido una constante en España y lo seguirá siendo durante los próximos años, lo que supondrá un lastre para el avance de estos territorios.
El espejismo de las pensiones desaparecerá cuando la generación del ‘baby boom’ haya entrado por completo en la jubilación. A partir de ese momento, la entrada de nuevos pensionistas se hundirá y las salidas se dispararán por la mortalidad. Actualmente, hay tres provincias que están a punto de dar este paso: Zamora, Ourense y León. Todas ellas tienen ya más población por encima de los 75 años que en la franja de 55 a 64 años. Esto es, las bajas de pensionistas por fallecimiento superarán próximamente a las altas de trabajadores que se jubilan.
Este escenario será generalizado en el cuadrante noroeste de España dentro de unos años. Según las proyecciones del INE, en 2033 habrá ya 11 provincias con más mayores de 75 años que trabajadores a punto de jubilarse (entre 55 y 65 años). Entre ellas estarán Zamora, Ourense, Lugo, León, Palencia, Soria, Ávila, Asturias y Teruel (ordenadas de peor a mejor situación). Para todas ellas, el espejismo de las pensiones será breve y la amenaza de perder toda esta transferencia de rentas es cada vez más real. ¿Qué ocurrirá cuando su principal sustento desaparezca?