No confiamos demasiado en el futuro del sistema público, pero tenemos todos los huevos en su cesta. Sabemos que ahorramos poco, pero no cambiamos nuestros hábitos. Reconocemos que el objetivo es a largo plazo, pero nos ponemos manos a la obra con prisas y en el último momento. Los españoles nos movemos como si tuviéramos una especie de doble personalidad en lo que tiene que ver con las pensiones: los días pares, nos ponemos nerviosos porque nos acordamos de lo importante que es para nosotros; los impares, nos dejamos llevar por la inercia, como si los problemas fueran a desaparecer sólo por dejar de pensar en ellos.

Este miércoles, ING presentaba su estudio «Los españoles ante la jubilación. Informe naranja sobre pensiones«. En este caso, no estamos ante un análisis de las cuentas del sistema de la Seguridad Social o de la evolución demográfica que podemos anticipar para el futuro, sino de una encuesta realizada a más de 1.500 personas de entre 25 y 65 a las que se les preguntó por su planificación financiera para la jubilación. Las respuestas fueron muy interesantes. Coinciden con lo que reflejan estudios similares y apuntan a un enorme desequilibrio entre lo que pensamos y lo que hacemos.

Las siguientes son las cifras y datos más destacados (y, en buena parte, ilógicos) del estudio

– El 80% de los encuestados asume que no podrá «mantener su nivel de vida» una vez que se jubile, pero sólo el 34% ha comenzado a ahorrar para ese momento.

Ésta es la parte más incomprensible del informe y, al mismo tiempo, estos resultados eran previsibles. Queremos ahorrar, sabemos que es imprescindible… pero no lo hacemos. En ocasiones por carencia de ingresos (aunque los expertos nos aconsejan ahorrar siempre, pase lo que pase, aunque sean unos pocos euros al mes) y en otras porque creemos que todavía es pronto (el 27% afirma que es demasiado joven para pensar en la jubilación). Pero en esta actitud está la receta segura para el desastre: nadie más ahorrará por nosotros. Y el sistema público cada vez será menos generoso en términos de pensión media/salario medio, por una cuestión demográfica. A lo más que podemos aspirar (y ni siquiera es seguro) es a que las prestaciones mantengan el poder adquisitivo, pero, en un país que será más rico dentro de 20-30 años, eso hará a los pensionistas más pobres en términos relativos.

– Del 18% de jóvenes de 25 a 35 años que ahorran al 52% de personas de 56 a 65 años que también lo hacen.

Estamos acostumbrados a este patrón de conducta, pero eso no deberíamos asumir que es lógico… porque no lo es. Por un lado, aquellas personas que están más cerca de la jubilación tienen menos tiempo para ahorrar y para aprovecharse de las ventajas del interés compuesto. No vamos a decir que es inútil que se abran un plan de pensiones o un fondo de inversión, pero, si lo quieren para sacar el dinero a los 65 años, tendrá una capacidad limitada de generar rendimientos. Porque, además, para este perfil de ahorrador sí tiene más sentido un producto con menos volatilidad y menos rentabilidad. Por otra parte, las pensiones públicas en España siguen siendo muy generosas en relación a los países de nuestro entorno: lo normal es que comiencen a bajar en los próximos años, pero incluso así los que ya tienen de 55 años en adelante pueden confiar en que cobrarán una prestación con una tasa de sustitución por encima del 70-75%.

Enfrente, los jóvenes están en una situación opuesta. Por un lado, todos los informes apuntan a que la tasa de sustitución cuando se jubilen estará más cerca del 50% que del 80% actual: o, lo que es lo mismo, para mantener su tren de vida necesitarán ahorrar bastante. La parte buena es que tienen mucho tiempo por delante y el poder del interés compuesto de su lado. Sin embargo, a pesar de todo esto, los datos nos dicen que los millenials no ahorran mientras que sus padres sí lo hacen, aunque el 86% de los encuestados de 25 a 35 años asegura que no confía en la pensión pública que le pueda quedar cuando se jubile.

– 5 de cada 10 españoles se declaran «especialmente conservadores» y sólo el 12% afirma que está dispuesto a asumir «más riesgo» a cambio de contratar un producto en el que pueda ganar algo más de dinero

Éste es el gran caballo de batalla de bancos, gestores y asesores. Los españoles asocian ahorro para la jubilación con nulo «riesgo» y exigen a aquellos que mueven su dinero que lo coloquen en los productos más conservadores. ¿El resultado? Los planes de pensiones españoles apenas ofrecen rentabilidad y ni los clientes ni las entidades están especialmente satisfechas con un sector que en otros países acapara hasta 10-15 veces más fondos que en el nuestro (en términos de PIB).

En este sentido, habría que hacer dos importantes matizaciones que la mayoría de los ahorradores no asumen:

  • Riesgo no es igual a volatilidad: que un producto tenga oscilaciones importantes en su rentabilidad a lo largo de la vida de un ahorrador no quiere decir que deba estar prohibido para el ahorrador conservador. De hecho, para alguien que comienza a invertir con 25 años, lo menos arriesgado, en realidad, puede ser lo más volátil (una explicación más detallada en el programa que Tu Dinero Nunca Duerme dedicó a este tema).
  • No hay inversiones sin riesgo y menos a largo plazo: muy relacionado con el anterior apartado. Tener el dinero en una cuenta o un depósito o un fondo de renta fija en un momento de tipos por los suelos no está exento de riesgo si la inversión es a largo plazo. Más bien al contrario. La inflación se irá comiendo poco a poco el poder adquisitivo del ahorro y, cuando 20-25 años después, queramos recuperar nuestra inversión, el montante final en términos reales será una pequeña fracción del inicial (aquí, otro episodio de Tu Dinero Nunca Duerme con una muy buena explicación sobre esta cuestión).

Altas comisiones (que muchos clientes reconocen que no saben que tienen), poca rentabilidad (entre otras cosas, porque el producto está invertido en activos que no la buscan), inflación y largo plazo: la combinación es letal. Y sin embargo, es la que escogen todos esos ahorradores que dicen que son «muy conservadores» y que no quieren nada de riesgo. Pues lo único seguro con este modelo de inversión es que perderán dinero.

– Sólo el 4% de los encuestados con un plan de pensiones afirma que lo escogió «por su rentabilidad«. ¿Y qué otros motivos hay para contratar un producto financiero? Pues de todo: desde las ventajas fiscales (17%) a la recomendación de un amigo o un gestor (14%). La respuesta más citada es «asegurarme una pensión», con un 34%, pero sin que quede claro si ese objetivo se ha cumplido.

Este dato es incomprensible porque hablamos de un ahorro que nos ha costado mucho acumular y que, al mismo tiempo, es fundamental para sostenernos a futuro. Sin embargo, dedicamos menos tiempo y esfuerzo a pensar en qué producto invertirlo o cuáles son las características del mismo que el que dedicamos a comprar un móvil de 500€ o a contratar la línea telefónica.

Y el desconocimiento no termina en el momento de contratar el producto: el 63% de sus potenciales clientes no sabe que los planes de pensiones cobran una comisión y el 49% ignora que tienen ventajas fiscales.

– El 78% de los españoles con un plan de pensiones no adaptan éste a sus circunstancias vitales y a su edad: tras haber visto todo lo anterior, esta cifra era lógica. Los expertos aconsejan ir moviendo el dinero de productos más volátiles (renta variable) a los más estables (renta fija) según nos acercamos al momento de la jubilación. Pero, como vemos, 4 de cada 5 ahorradores no lo hace y mantiene el primer plan que contrató, bueno o malo, hasta que se retira.

– Más de 7.500 aportaciones en la última media hora del año: este dato no está en el estudio de ING, pero lo comentó Gloria Siso, responsable de Inversión Digital del banco naranja, durante la presentación del estudio. Las entidades tienen claro (no hay más que ver las campañas publicitarias) que, aunque el plan de pensiones es un producto a largo plazo, en el que deberíamos pensar mes a mes, y en el que todos los expertos aconsejan no precipitarse… buena parte de sus clientes sólo se acuerda de este tema en las últimas semanas de cada año.

Pero incluso así, el dato es llamativo: 7.500 clientes de ING ingresaron dinero en sus planes de pensiones entre las 23.00 y las 23.30 del último 31 de diciembre (ésa es la hora límite para que la aportación cuente en 2018). Es una cifra que, aunque anecdótica, nos dice mucho sobre la imprevisión con la que nos manejamos en un asunto tan relevante. Todas estas personas dejaron la cena de Nochevieja, las uvas y el programa de José Mota para dar una orden de traspaso a su plan de pensiones. Y hablamos sólo de un banco y de un momento muy concreto: habría que ver lo que ocurre en el resto de entidades y lo que ocurrió en la última semana del año (posiblemente hablamos de cientos de miles de clientes acordándose a última hora de que tienen que hacer una aportación al plan de pensiones).

– 8 años: en 2011, en Libre Mercado publicábamos un artículo llamado «Las diez claves que los españoles desconocen sobre sus pensiones«. En aquel momento, hablábamos de ahorro, pero también de las pensiones públicas y de su futuro. Las conclusiones eran similares a las que tenemos en este nuevo informe de finales de 2019: nos declaramos preocupados, pero apenas hacemos nada al respecto. Ocho años después, también en esta cuestión, la vida sigue igual. Y no es cuestión de un informe o de la muestra escogida: hace un par de años, hacíamos un resumen de otros estudios similares publicados en los últimos tiempos y en todos ellos las conclusiones eran muy similares. Pasa el tiempo, crece la preocupación por el futuro del sistema público de pensiones, pero nuestra actitud como ahorradores no cambia demasiado.

 

Fuente: https://www.libremercado.com/2019-11-02/siete-cifras-absurdas-sobre-los-planes-de-pensiones-espanoles-y-sus-clientes-1276647278/