Esther Argerich, la propietaria más buscada de la semana, ha hablado. Irene Montero sacó su identidad a relucir en un escandaloso vídeo donde pretendía presionarla para que no subiera el alquiler a sus inquilinos. La portavoz adjunta de Podemos en el Congreso, Ione Belarra, y el diputado en el Congreso, Rafael Mayoral, tampoco dudaron en exponer el nombre y apellido de la propietaria en sendos vídeos sin ningún escrúpulo por atentar contra su privacidad.
Las hordas de la izquierda radical tuitera no tardaron en emprender un linchamiento digital contra Argerich. Mientras tanto, asociaciones de inquilinos empapelaban el barrio barcelonés donde se encuentra ubicado el piso con eslóganes como ¡Esther Argerich fuera del barrio! El acoso ha sido total.
Ahora, Argerich ha decidido contar su historia a Idealista News, y su testimonio revela el calvario que ha sufrido esta mujer sólo por el hecho de haber puesto su piso en alquiler. «Imagina tener un piso en propiedad y que después de más de diez años cobrando la misma renta decides subirlo por circunstancias personales. Ahora imagina que, por actualizar el precio de ese alquiler, previo aviso de cuatro meses a los inquilinos y que ha estado congelado desde entonces, empiezas a recibir amenazas por parte de sindicatos, escraches en la puerta de tu trabajo y la violación de tu privacidad en televisión por parte de políticos populistas. Pues ese es mi caso», relata Argerich.
La mujer asegura que, después de que sacaran su nombre a la luz, se siente «desamparada, siento como que se ha cruzado una línea roja y que se está utilizando mi caso para hacer política, algo que es totalmente injusto». Entre lágrimas denuncia que «llevo en un estado de ansiedad continuo desde que se me ha puesto en medio de una polémica que, a mi parecer, no tiene ni pies ni cabeza: el piso es mío, lo quiero de vuelta y no lo quiero poner más en alquiler«.
Un piso premium a precio de ganga
El piso de Esther es toda una joya. Está en pleno centro de Barcelona, tiene cinco habitaciones y 140 m2, en los que puede vivir cómodamente una familia con sus tres hijos, como es el caso de Livia y Juan. Pero la realidad es bien diferente a la historia que las asociaciones prookupa pretendían hacer creer. No es el caso de una malvada casera que quiere echar a una familia desvalida de su casa. Resulta que dos de los hijos de los inquilinos son mayores de edad y el marido, según la dueña, tiene un suculento sueldo. «Si bien la mujer no trabaja el marido, que es empleado del sector de la sanidad, cobra unos 2.500 euros al mes, y tienen tres hijos: uno tiene 14 años y los otros dos tienen 25 años y 21 años y, según me consta, trabajan», informa.
Fue en 2007 cuando la dueña firmó el contrato de arrendamiento con ellos, que era de un alquiler de 1.100 euros. Como vino la crisis se lo bajó a 1.000 euros y tuvo el detalle de que no les volvió a subir la renta en 10 años. Hasta ahora que, con el contrato terminado, les ha pedido 1.300 euros, una cuantía que los inquilinos se niegan a aceptar y por la que también se niegan a abandonar la vivienda. «Quieren vivir en un barrio de clase alta a precio de ganga», añade la casera.
Acosada en el trabajo
Aunque el caso de Esther ha salido ahora a la luz gracias a Podemos, la propietaria lleva meses recibiendo escraches del Sindicat de Llogaters. La dueña ha sufrido un «acoso constante y enfermizo», en la inmobiliaria que le gestionaba el alquiler, en el piso, donde «dejaron octavillas por los buzones de todos los vecinos donde se podía leer que el trato que le estaba dando a mis inquilinos era inhumano», y hasta en su trabajo. Se han presentado en el lugar de trabajo de la mujer «con pancartas con mi nombre en la puerta del edificio donde trabajo, obligándome a poner una denuncia por las coacciones a las que estaba siendo sometida», asegura la propietaria, que añade que tuvo que coger varías bajas laborales a causa de cuadros de ansiedad.
El recado a Irene Montero
Sobre el escarnio público que ha sufrido por parte Irene Montero, la mujer avisa de que emprenderá acciones legales. «Yo no soy la mala de la película, y me gustaría decirle que tiene mucha cara y lo que ha hecho es ilegal, y obviamente tendrá consecuencias», asegura.
«Si tanto le importa la situación, animo a Irene Montero a que les busque ella un pisito de 1.000 euros de otro propietario que esté de acuerdo con su política. A mí, que vivan como ellos quieran, lo único que no quiero es que sea en mi piso«, zanja.