Una mudanza, una herencia, un viaje al extranjero, material deportivo, libros o archivos son algunos de los motivos que obligan a muchas personas a buscar un espacio en el que almacenar todo lo que no les cabe en casa. Según el último Informe Estadístico Anual de la Asociación Española de Self Storage (AESS), en España hay más de 470 centros identificados gestionados por 250 empresas diferentes y ubicados en más de 150 ciudades. Madrid representa el 23% del negocio, que aumenta un 15% cada año. España es el tercer país de Europa en número de centros por detrás del Reino Unido y Francia. Un crecimiento impulsado en buena medida por la movilidad geográfica y el repunte del precio de los alquileres de la vivienda, que obliga a buscar pisos con menos metros cuadrados, especialmente a los jóvenes.

En función de los operadores, el tiempo mínimo para alquilar estos trasteros puede ser de una semana hasta un mes, y no hay un máximo de tiempo. La media actual está en torno a los 15 meses. Los precios varían bastante según la ubicación (ciudad, barrio), tamaño del trastero, el nivel de instalaciones, servicios prestados, etc. «Según el último estudio europeo, la media española se sitúa entorno a los 20 euros por m2/mes. Es habitual que haya opciones de servicios adicionales, como transporte, embalaje, seguridad, etcétera», subrayan desde la AESS.

Esta industria, conocida en inglés como «self storage» (auto almacenaje), nació en EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial, donde hoy en día representa una estimación de más 50.000 centros distribuidos, con una oferta de casi un metro cuadrado por habitante. En el caso de España se trata de una moda mucho más reciente, que comenzó en el siglo XXI. «En nuestro país es un sector consolidado, con un crecimiento constante desde hace algunos años y expectativas de crecimiento para los próximos», explica a ABC Carles Viladecans, gerente de la AESS. La empresa Bluespace fue la pionera en el sector en nuestro país, creada en 2002 por el austríaco Alexander Ruckeinsteiner, quien importó el modelo norteamericano; ya tienen 46 centros y esperan incrementar su plantilla llegando a los 200 empleados.

Y poco a poco fueron proliferando nuevas empresas, como Eurotrasteros, La amuebladora, Las cosas en su sitio y un largo etcétera. Los trasteros son, a día de hoy, un buen negocio. Una de las empresas más recientes en abrir en Madrid es Trasteros MAD, en la zona del metro de Oporto. Cuentan con una planta en la que tienen distribuidos 206 trasteros en una superficie de 950 metros cuadrados y ya están construyendo una segunda planta con otros 250 metros cuadrados más. «El proyecto incluye una tercera planta dedicada a los autónomos», explica Celine Candela, gerente de Trasteros MAD. Reconoce que se trata de un negocio en auge porque «en muchas casas de obra nueva no se incluyen los trasteros». La estructura de funcionamiento es pequeña pero implica trabajo y coordinación. Entre sus clientes tienen desde músicos bohemios a estudiantes que marchan unos meses a su tierra y tienes que guardar sus cosas. Los hay que buscan los trasteros por unos meses y otros, sobre todo los que viven en el barrio, más a largo plazo. Ofrecen desde taquillas de un metro cuadrado por 30 euros al mes, «donde muchos estudiantes guardan muchas cosas», a trasteros para empresas o autónomos que son de cinco o seis metros cuadrados y que en ocasiones los comparten. Lo más normal son los espacios de 2 metros cuadrados con un coste de 50 euros más IVA al mes.

Otros de los nuevos actores del sector es Oh My Box. Creada en 2013, se ha centrado en los trasteros urbanos, por ahora con cuatro en Barcelona y están estudiando su entrada en Madrid. «Hemos querido adaptar el modelo americano al cliente europeo», cuenta a ABC Nicolás Pérez, cofundador de la compañía. Si bien lo normal en este sector es que el 70% de los clientes sean particulares y el 30% empresas y autónomos, en el caso de esta empresa los particulares representan el 90%. «Nuestro cliente puede ser cualquiera. Es un negocio que se alimenta de los actos vitales de las personas como puede ser casarte, tener un hijo… tienes que reorganizar tu casa y necesitas espacio», puntualiza Nicolás Pérez. Y asegura que todo lo que se guarda «es lo que no se quiere ni tirar ni vender, está en el límite. Puede ser una bici o la ropa de fuera de temporada», pone como ejemplo. Desde Oh My Box reconocen que se trata de un sector con poco glamour, «pero hay una falsa percepción». La subida de los alquileres ha obligado a las personas a buscar casas más pequeñas y en este sentido «los trasteros son una extensión de la casa», añade.

 

Fuente: https://www.abc.es/economia/inmobiliario/abci-negocio-no-para-acumular-clientes-201907190134_noticia.html