Que Pedro Sánchez se presente como principal candidato a la victoria en las elecciones generales de mañana se debe, en gran medida, a la economía. Primero, porque la imposibilidad del Gobierno para sacar adelante sus Presupuestos fue lo que motivó la convocatoria de los comicios; pero también, porque llegado el momento, Sánchez no dudó en incrementar la apuesta que ya había exhibido y puso sin ningún disimulo la economía a su servicio, llegando incluso a aprobar una rebaja impositiva para el pan en el Consejo de Ministros celebrado ayer, apenas dos días antes del 28-A. Fue una muestra elocuente de lo que ha sido su gestión en los diez meses que ha ocupado la presidencia, periodo marcado asimismo por la negación de la desaceleración y la falta de reformas.

‘DECRETAZOS’

La gestión a base de decretos y golpes de efecto ha sido una constante desde que Sánchez llegó a Moncloa, tanto antes como después de la convocatoria electoral. A finales del pasado año, el Gobierno aprobó así la subida del SMI, la mejora salarial para los funcionarios y la paga adicional para los pensionistas.

Pero después, una vez anunciada la fecha del 28 de abril, el Ejecutivo aceleró en lo que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, bautizó como los «viernes sociales» pero que sin duda también pudo calificar como electorales. La equiparación de los permisos de paternidad; la nueva ley del alquiler; la cotización de las cuidadores no profesionales; o las ayudas a los parados de mayores de 52 años se fueron sucediendo en una serie de Consejos que tuvieron su colofón en la señala rebaja del pan de ayer. En concreto, el Gobierno decidió aplicar la IVA reducido del 4% también a los panes integrales, con salvado y de cereales distintos al trigo. «Esta norma trata de mejorar la información al consumidor porque el pan es un alimento fundamental», trató de justificar la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá.

NEGACIÓN DE LA DESACELERACIÓN

«La economía sigue mostrando robustez», «España crece por encima de la media europea», o «no hay signos de desaceleración». Las que preceden son algunas de las afirmaciones con las que tanto Sánchez como sus ministras económicas han tratado de negar la desfavorable evolución económica. Especialmente intenso ha sido el ejercicio que en este sentido ha realizado la ministra de Economía, Nadia Calviño, a pesar de que se vio obligada a rebajar dos veces la previsión oficial de crecimiento en sólo tres meses. Pero la realidad, según señalan los datos del Banco de España y del Fondo Monetario Internacional (FMI) es que España crecerá el año que viene por debajo del 2%, dato que no se registra desde 2014.

Algo similar ocurre con el paro, cuya reducción está comenzando a perder fuerza, tal y como afirman los organismos nacionales e internacionales. Sin embargo, Calviño, que siempre que tiene ocasión cita las previsiones de las instituciones para apoyar sus argumentos, restó importancia a los avisos del FMI y mostró sus dudas sobre los modelos empleados por el Fondo. El último ejemplo, como con los decretazos, tuvo lugar esta misma semana: la Encuesta de Población Activa (EPA) arrojó un aumento del paro en casi 50.000 personas, el peor dato desde 2013, pero el Gobierno obvió esta circunstancia y destacó que en el último año el número de personas ocupadas aumentó en 596.900 y que no sólo no hay una ralentización sino que existen «claros signos de mejora».

PRESUPUESTOS FALLIDOS

Montero lo intentó hasta el último momento porque sabía que eran la llave para que Sánchez se mantuviera en Moncloa, pero el Gobierno no fue capaz de recabar los apoyos necesarios para aprobar sus cuentas. Esa circunstancia, como se ha señalado, motivó las elecciones anticipadas que mañana se celebran, pero también impidió -o tal vez solo retrasó- la notable subida de impuestos que el Ejecutivo quería llevar a cabo, y que afectaba de manera directa a las rentas medias con figuras como el impuesto al diésel o las tasas Google Tobin.

AUSENCIA DE REFORMAS

La falta de apoyos parlamentarios también han impedido a Sánchez acometer cualquier tipo de reforma, e incluso tuvo que renunciar a «revertir los efectos más nocivos de la reforma laboral», algo que prometió hacer en infinidad de ocasiones pero que acabó por incumplir. Por ello, si gana, tratará a toda costa de modificar esta norma a pesar de las muchas advertencias de lo negativo que sería para el empleo.

Fuente: https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2019/04/27/5cc3539bfc6c8302488b461a.html